jueves, 3 de julio de 2014
CAPITULO 90
Pasé el resto del día en el aeropuerto, orando por un milagro o un vuelo a Francia. Ninguno de los dos.
Les tomó horas para localizar mi equipaje, así que para cuando finalmente entré por la puerta de mi habitación del hotel, estaba a punto de desmayarme. Con la diferencia de horarios ya era demasiado tarde, o demasiado temprano para llamar a Pedro, así que le envié un texto corto. Corrí a prepararme un baño y pedí una botella de vino, junto con todo lo que contiene chocolate en el menú de servicio de habitaciones.
Acababa de meterme en la tina grande - copa de vino y cheescake de chocolate en precario equilibrio sobre el borde - cuando mi teléfono sonó. Mi mano buscó a tientas por el suelo de baldosas hasta que lo encontré, y una sonrisa me llenó cuando la cara de Pedro iluminó la pantalla.
“Pensé que estarías durmiendo”, le dije.
“La cama es demasiado grande”.
Sonreí ante su voz soñolienta. Este era el Pedro que giraba en medio de la noche, con sus extremidades calientes y pesadas para susurrar palabras dulces en mi piel. Él siempre había sido mucho mejor de lo que yo era en todo esto, incluso desde el principio.
“¿Qué estás haciendo?”, me preguntó, con lo que volvió mi atención de nuevo al teléfono.
“Baño de burbujas”, le dije, y sonreí al oír su gemido en el otro extremo de la línea.
“No es justo”.
“¿Qué hay de ti?”.
“Sólo con unos papeles de trabajo”.
“¿Encontraste mi nota?”.
“¿Nota?”.
“Te he dejado algo”.
“¿En serio?”.
“Mmm-hmm. Busca en tu bolsa del ordenador portátil”.
Oí el crujido del cuero mientras se levantaba, el sonido de los pies a través de un suelo de baldosas seguido por la risa. “Paula”, dijo riendo más fuerte ahora. “Parece que alguien deslizó una nota de rescate aquí”.
“Muy gracioso”.
“Tres observaciones sobre hoy: No conseguí tener todo listo en mi lista de cosas por hacer, la ensalada que me hiciste para el almuerzo estaba deliciosa, y, lo más importante, Te amo”. Leyó, y luego calló en silencio mientras leía el resto de la nota a sí mismo. Cuando terminó, se quejó: “Yo… carajo. Me pone loco que no estés aquí”.
Cerré los ojos. “El universo está conspirando contra nosotros”.
“Tú sabes que hay una parte de mí que quiere decir que nada de esto habría sucedido si no fueras tan terca, si habrías venido conmigo en primer lugar”.
Empezó a protestar. “Pero…”, dijo continuando, “tu determinación es una de las cosas que más me gustan de ti. Nunca te conformas. Nunca esperas que alguien haga un trabajo que lo puedes hacer tu misma. Y no serías la mujer que me enamoró si cambias eso. Es exactamente lo que yo habría hecho. Como de costumbre. Y también un poco espeluznante darse cuenta de lo parecido que somos”.
Me senté con el agua enfriándose, con mis rodillas en mi pecho. “Gracias, Pedro. Eso significa mucho para mí”.
“Bueno, lo dije en serio. Y me puedes mostrar tu aprecio cuando traigas ese pequeño culo caliente a Francia.¿Trato?”.
Puse los ojos en blanco. “Trato”.
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Muy bueno,segui subiendo!!!
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