lunes, 23 de junio de 2014

CAPITULO 66




De vuelta en mi oficina, dejé caer los archivos en mi escritorio y miré en mi monitor de la computadora, la cual, para mi sorpresa, mostró un calendario prácticamente vacío. 


Saqué increíblemente largas jornadas de trabajo toda la
semana sólo para poder llegar a casa con Paula temprano, así que aparte de la nómina de la mañana, mi agenda se había quedado abierta. Paula, sin embargo, estaba claramente ocupada en su nueva posición.


Echaba de menos tenerla como mi interna. Echaba de menos dar órdenes a su alrededor. Realmente extrañaba las ocasiones en las que me daba órdenes a cambio.
Por primera vez en meses, tuve tiempo de sentarme en mi oficina y, literalmente, no hacer nada. Cerré los ojos y un centenar de pensamientos del pasado se filtraron en cuestión de segundos: la vista de las oficinas vacías de Nueva York justo antes de que fuera al aeropuerto. La perspectiva de empacar mi casa. La perspectiva mucho más preferible de desempacar en una nueva casa con Paula


Y entonces mi cerebro se fue por su camino favorito: Paula desnuda y en todas las posiciones imaginables.

 
Lo que me llevó de nuevo a uno de mis recuerdos favoritos de Paula y yo, por la mañana después de su presentación. 


Debido al calor y la tensión que viene con admitir que ya no estábamos solamente odiándonos y follando,


habíamos tenido una de nuestras mayores conversaciones. 


No la había visto en meses, por lo que me colé en su presentación para la junta de becas para verla triunfar. Y así lo hizo.

Sin embargo, más tarde, a pesar de todo lo que habíamos dicho arriba en la sala de juntas, aún había mucho más que decir. La realidad de nuestra situación se sentía tan nueva, que no estaba muy seguro de donde nos encontrábamos.
 
Una vez que estuvimos en la acera, la miré: sus ojos, sus labios y el cuello, estaban todavía un poco rojos de los besos ásperos que había colocado allí tan sólo unos minutos antes.

 
La forma en que se acercó y frotó su dedo sobre lo que parecía ser un pequeño chupetón envió un recordatorio eléctrico de mi cerebro a mi polla.


El reencuentro fue agradable, pero no veo la hora de llevarla a casa y follarla sobre el colchón.
Sin embargo, no estaba seguro de que estuviéramos pensando acerca de lo mismo.


Afuera, en la luz del día, ella parecía que estaba a punto  de caerse. Por supuesto que lo estaba. Sabiendo que Paula, probablemente había estado preparando y perfeccionando su presentación durante las últimas 72 horas seguidas sin dormir. Pero no la había visto en mucho tiempo ¿podría despejar mi cabeza lo suficiente como para dejar que se vaya a casa a descansar? Si tenía que dormir la siesta, yo podría simplemente pasar el rato y esperar a que se despierte, ¿verdad? Podía tumbarme a su lado, asegurarme de que ella estaba realmente aquí y estábamos realmente haciendo esto y luego ¿qué? ¿Le acariciaría el pelo?
 
Mierda. ¿Yo siempre había sido tan pervertido?  
Paula se puso el bolso sobre su hombro, y el movimiento me sacó de mis pensamientos. Pero cuando parpadeé de nuevo, vi que ella tenía la mirada perdida en la distancia.
 
“ Estás bien ”, le pregunté, agachándome para mirarla a los ojos.
 
Ella asintió con la cabeza, un poco sorprendida, como si la hubiera  capturado. “Estoy bien, simplemente abrumada”  
 
“¿Un poco en shock ”.


Su agotada sonrisa hizo que mi estómago se estremeciera, y la forma en que ella se lamió los labios antes de hablar hizo que me estremeciera un poco más abajo.
“Estaba tan triste pensando que no iba a verte hoy. Y esta mañana, me pasé todo el camino entre tu edificio y aquí pensando en lo extraño que era estar haciendo esto sin ti,u Horacio, o cualquier persona de Alfonso Media. y entonces has venido aquí, y por supuesto que me molestó, pero también me hizo reír ”.
Ella inclinó la cabeza, y estudió mi rostro. “La presentación fue exactamente lo que yo quería que fuera, y luego las ofertas de empleo... y tú. Me dijiste que me amas. Y estás aquí”  

 
Ella extendió su brazo para presionar mi pecho con la palma de su mano.


Sabía que ella podía sentir mi corazón golpear contra mi esternón. “Mi adrenalina está disminuyendo y ahora estoy solo.. ”  
 

Movió su mano lejos de mí y lo agitó delante de ella antes de que pareciera desinflarse a su lado. “No estoy segura de cómo esta noche va a funcionar”.
¿Cómo iba a funcionar esta noche? Yo podría decirle exactamente cómo funcionaría. Hablaríamos hasta que oscureciera, y luego follaríamos hasta que saliera el sol. 


Estiré una mano hacia ella, deslizando el brazo alrededor de su hombro. Cristo, esto se siente bien.  
“Deja que yo me ocupe de todo eso  Te llevaré a casa”  
 
Esta vez, ella negó con la cabeza  ”Está bien si tienes que volver al trabajo,podemos... ”
 
Con el ceño fruncido, gruñí. “No seas ridícula. Son casi las cuatro. No volveré al trabajo. Mi coche está aquí y tú vas a entrar”.

Su sonrisa se hizo más aguda en las esquinas. “Señor Pedro.Ahora esto, definitivamente, no va con usted”  
 
Paula, no estoy bromeando. No te voy a dejar fuera de mi vista hasta la Navidad”  
Ella miró hacia el sol de la tarde de Junio. “ Navidad? Eso suena un poco a estar encerrada en el  sótano, para mi gusto”.
“Si no estás en él, esta relación no podría funcionar después de todo”, bromeé.

Ella se echó a reír, pero no respondió. En cambio, esos profundos ojos marrones me miraron fijamente, sin pestañear y difíciles de leer.
Me sentía tan fuera de práctica con esto, y luchaba por ocultar mi frustración.

 
Coloqué mis manos en sus caderas y me incliné para presionar un pequeño beso en el centro de la boca. Joder, necesitaba más. "Vamos al coche. Sin sótanos. Sólo nosotros”  
“Pedro ”  
 

La interrumpí con otro beso, paradójicamente relajado por este pequeño desacuerdo. “Mi coche. Ahora”  
“¿Estás seguro que no quieres escuchar lo que tengo que decir ”.
 
“Absolutamente sí. Podrás hablar todo lo que quieras una vez que tenga mi cara plantada entre tus piernas”  
 
Paula asintió y siguió cuando tomé su mano y suavemente la atraje hacia el aparcamiento. Estuvo sonriendo misteriosamente todo el camino.

CAPITULO 65




Mi madre siempre me dijo que buscara a una mujer que fuera mi igual en todos los sentidos.


«No te dejes engañar por alguien que pondrá tu mundo antes del suyo, enamórate de alguien fuerte, valiente como tú. Encuentra a la mujer que haga que quieras ser un mejor hombre».


Definitivamente encontré a mi igual, la mujer que hizo de mi vida un infierno y vive para rivalizar conmigo. Una mujer cuya boca quería mantener cerrada y a la vez quería besar cada parte de ésta.


Mi novia, mi ex-interna, la señorita Paula Chaves. La perra irresistible.
 

Al menos, así es como yo la veía cuando era un idiota y ciego incapaz de darme cuenta de lo locamente enamorado que estaba de ella. Desde luego encontré la mujer que me hizo querer ser un hombre mejor, y me enamoré de ella.


Dio la casualidad de que en la mayoría de los días he sido incapaz de conseguir más de dos minutos a solas con ella.
 
Mi vida: finalmente, conseguí a la chica, pero nunca llego a verla.

Estuve viajando la mayor parte de los últimos dos meses en busca de nuevas oficinas para las recientes sucursales de Alfonso Media Group (AMG), en la ciudad de New York.


Paula se quedó atrás, y nuestro reciente - y raro - fin de semana aquí en Chicago estuvo lleno de amigos, sol y ocio. 


El tiempo a solas con ella no fue suficiente.

 
Socializamos todo el fin de semana, desde la mañana hasta la medianoche, coincidiendo en mi casa todas las noches, apenas para quitarnos la ropa antes de tener sexo, tranquilo y soñoliento. 
 
La verdad era que hacíamos el amor cada noche - el cual se había vuelto más íntimo y más salvaje con el tiempo - y aunque nos permitió sólo un mínimo de sueño, seguía sin ser suficiente.

 
Me quedé esperando sentir que estábamos instalados, o que habíamos establecido alguna rutina sólida. Pero eso nunca sucedió. Yo estaba en un constante estado de añoranza. Y los lunes eran los peores. Lunes, tuvimos reuniones de pared a pared, y toda la semana de trabajo se extendía por delante de mí: sin vida y sin Paula.

Al escuchar el ritmo familiar de tacones en el azulejo, miré hacia arriba desde donde estaba en la impresora a la espera de que aparezcan algunos documentos. Como si hubiera oído mi súplica interna, Paula Chaves caminó hacia mí, vestida con una falda delgada de lana roja, un jersey azul marino, y zapatos de tacón. Cuando me había ido temprano esta mañana para prepararme para una reunión, lo único que ella llevaba puesto era un rayo pálido de la luz del sol que se colaba a través de la ventana del dormitorio.  
 
Contuve mi sonrisa, y traté de no mirarla demasiado desesperado, pero no sé por qué me molesté. Ella podía leer cada una de mis expresiones.
“Veo que has encontrado la máquina mágica que hace que lo que está en el ordenador aparezca en el papel”, dijo. “En tinta”  
Deslicé mi mano en el bolsillo del pantalón, y sentí un hilo de adrenalina recorrer mis venas por su enfoque y su tono burlón. “En realidad, descubrí este maravilloso artilugio mi primer día aquí. Me gustaban los momentos de tranquila felicidad cuando te levantabas y salías de la oficina externa para recuperar los documentos”  
 
Ella se dirigió hacia mí con su amplia sonrisa y sus ojos traviesos. “Gilipollas”. Joder, sí. Ven a mí, preciosa. ¿Diez minutos en la sala de la fotocopiadora? Yo podría hacer más fácil tu día con esos diez minutos.
“Prepárate para el calentamiento de esta noche”,susurró, sin ralentizar su ritmo dio unas palmaditas en mi hombro y continuó más allá de mí por el pasillo.  
Me quedé mirando su culo mientras ella le dio una pequeña sacudida, y esperé a que regresara y me tortura un poco más. No lo hizo. ¿Eso es todo? ¿Eso es todo lo que obtengo? ¿Una palmadita en el hombro, algunos juegos previos verbales, y un meneo de culo?
  
 
Aun así, esta noche era nuestra primera noche a solas en semanas. 
 
 
Hemos estado juntos  durante un año - y follando más que eso - y todavía no nos habíamos tomado más que un fin de semana solos desde San Diego.
Suspiré y saqué mis papeles de la bandeja de la impresora. Necesitábamos unas vacaciones.