lunes, 23 de junio de 2014

CAPITULO 65




Mi madre siempre me dijo que buscara a una mujer que fuera mi igual en todos los sentidos.


«No te dejes engañar por alguien que pondrá tu mundo antes del suyo, enamórate de alguien fuerte, valiente como tú. Encuentra a la mujer que haga que quieras ser un mejor hombre».


Definitivamente encontré a mi igual, la mujer que hizo de mi vida un infierno y vive para rivalizar conmigo. Una mujer cuya boca quería mantener cerrada y a la vez quería besar cada parte de ésta.


Mi novia, mi ex-interna, la señorita Paula Chaves. La perra irresistible.
 

Al menos, así es como yo la veía cuando era un idiota y ciego incapaz de darme cuenta de lo locamente enamorado que estaba de ella. Desde luego encontré la mujer que me hizo querer ser un hombre mejor, y me enamoré de ella.


Dio la casualidad de que en la mayoría de los días he sido incapaz de conseguir más de dos minutos a solas con ella.
 
Mi vida: finalmente, conseguí a la chica, pero nunca llego a verla.

Estuve viajando la mayor parte de los últimos dos meses en busca de nuevas oficinas para las recientes sucursales de Alfonso Media Group (AMG), en la ciudad de New York.


Paula se quedó atrás, y nuestro reciente - y raro - fin de semana aquí en Chicago estuvo lleno de amigos, sol y ocio. 


El tiempo a solas con ella no fue suficiente.

 
Socializamos todo el fin de semana, desde la mañana hasta la medianoche, coincidiendo en mi casa todas las noches, apenas para quitarnos la ropa antes de tener sexo, tranquilo y soñoliento. 
 
La verdad era que hacíamos el amor cada noche - el cual se había vuelto más íntimo y más salvaje con el tiempo - y aunque nos permitió sólo un mínimo de sueño, seguía sin ser suficiente.

 
Me quedé esperando sentir que estábamos instalados, o que habíamos establecido alguna rutina sólida. Pero eso nunca sucedió. Yo estaba en un constante estado de añoranza. Y los lunes eran los peores. Lunes, tuvimos reuniones de pared a pared, y toda la semana de trabajo se extendía por delante de mí: sin vida y sin Paula.

Al escuchar el ritmo familiar de tacones en el azulejo, miré hacia arriba desde donde estaba en la impresora a la espera de que aparezcan algunos documentos. Como si hubiera oído mi súplica interna, Paula Chaves caminó hacia mí, vestida con una falda delgada de lana roja, un jersey azul marino, y zapatos de tacón. Cuando me había ido temprano esta mañana para prepararme para una reunión, lo único que ella llevaba puesto era un rayo pálido de la luz del sol que se colaba a través de la ventana del dormitorio.  
 
Contuve mi sonrisa, y traté de no mirarla demasiado desesperado, pero no sé por qué me molesté. Ella podía leer cada una de mis expresiones.
“Veo que has encontrado la máquina mágica que hace que lo que está en el ordenador aparezca en el papel”, dijo. “En tinta”  
Deslicé mi mano en el bolsillo del pantalón, y sentí un hilo de adrenalina recorrer mis venas por su enfoque y su tono burlón. “En realidad, descubrí este maravilloso artilugio mi primer día aquí. Me gustaban los momentos de tranquila felicidad cuando te levantabas y salías de la oficina externa para recuperar los documentos”  
 
Ella se dirigió hacia mí con su amplia sonrisa y sus ojos traviesos. “Gilipollas”. Joder, sí. Ven a mí, preciosa. ¿Diez minutos en la sala de la fotocopiadora? Yo podría hacer más fácil tu día con esos diez minutos.
“Prepárate para el calentamiento de esta noche”,susurró, sin ralentizar su ritmo dio unas palmaditas en mi hombro y continuó más allá de mí por el pasillo.  
Me quedé mirando su culo mientras ella le dio una pequeña sacudida, y esperé a que regresara y me tortura un poco más. No lo hizo. ¿Eso es todo? ¿Eso es todo lo que obtengo? ¿Una palmadita en el hombro, algunos juegos previos verbales, y un meneo de culo?
  
 
Aun así, esta noche era nuestra primera noche a solas en semanas. 
 
 
Hemos estado juntos  durante un año - y follando más que eso - y todavía no nos habíamos tomado más que un fin de semana solos desde San Diego.
Suspiré y saqué mis papeles de la bandeja de la impresora. Necesitábamos unas vacaciones.

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